¿Es necesario ser millonario para ser feliz?
Una de las preguntas que mas nos hacemos .
¿Solo los millonarios son felices? ¿Sos millonario y no sos
feliz? Algunas de las preguntas que pueden surgir a partir del tema de
la felicidad y el dinero. Conozcamos formas para sentirnos ricos
independientemente de nuestro capital.
“Ser millonarios”. Ése parece ser el objetivo hacia el que se orientan la mayoría de nuestras acciones. Sin embargo, en algún momento de nuestro recorrido, está bueno hacer un alto y detenerse a pensar qué es la riqueza para cada uno de nosotros. ¿Basta con tener bienes y poseer las cosas que siempre soñamos para ser felices?
El estadista y científico estadounidense Benjamin Franklin dijo alguna vez: “El camino hacia la riqueza depende fundamentalmente de dos palabras: trabajo y ahorro”.
Les propongo hacerse la siguiente pregunta, ¿qué nos imaginamos cuando pensamos en ser ricos? Hace poco leí un artículo en el que decía que cuando la gente se plantea este interrogante, en lo que en realidad está pensando es en la sensación de tener aquellas cosas que cree que el dinero puede comprar. Y sin embargo, muchos “buscadores de riqueza” se sienten decepcionados una vez que tienen la casa grande, el auto de lujo, y muchos de los bienes que se asocian con ese status.
Y es que la mayoría de la gente piensa que la felicidad siempre es algo que se supone que vendrá automáticamente, una vez que uno obtenga la riqueza. Y sin embargo, esto no es necesariamente cierto.
Desde IG, siempre hablamos de maneras de hacerse rico y cómo desarrollar buenos negocios, pero rara vez enfatizamos que la persecución de esas cosas puede estar directamente vinculado a la felicidad. Alcanzar las dos cosas: la riqueza y la felicidad es algo que cualquier “inversor” debería interesarle, más allá del estado en que se encuentre en la carrera por ser rico.
Por lo general, las personas que intentan amasar su propia fortuna tienden a asociar la riqueza con un alivio del estrés: poder evitar la presión de todas las cuentas que hay que pagar y que apenas pueden solventar. Con el tiempo y una vez que se acumula algo de dinero para cubrir esos gastos, la riqueza tiene más que ver con la adquisición de cosas: los símbolos de la riqueza: la casa, el auto, etc. De algún modo, el concepto de “riqueza” cambia a lo largo de nuestra vida.
Pero la experiencia o la sensación de serlo, es algo que podemos empezar a disfrutar desde ahora. Hay dos conceptos que por lo general, quienes no hemos sido ricos desde nuestra infancia, asociemos con la riqueza: la tranquilidad y la seguridad. Para muchas gente, estas sensaciones posiblemente estén ligadas a la experiencia de su infancia, época en la que quizás el dinero no abundaba y primaban las sensaciones opuestas: la ansiedad y le miedo.
Ahora bien, con el tiempo uno puede ir satisfaciendo esas sensaciones. La tranquilidad puede darla el hecho de bajar un cambio y no volverlos locos de estrés a la hora de lograr nuestros objetivos. Por otra parte, para obtener la sensación de seguridad basta con no gastar más de las posibilidades reales que tenemos. A veces, no necesitamos “poseer” las cosas para disfrutarlas. Tal vez uno no pueda darse el lujo de pasar la noche en el Hotel Alvear, pero si se puede ir al exquisito bistró de la terraza y saborear una buena copa de vino, en compañía de alguien que uno aprecia.
“Ser millonarios”. Ése parece ser el objetivo hacia el que se orientan la mayoría de nuestras acciones. Sin embargo, en algún momento de nuestro recorrido, está bueno hacer un alto y detenerse a pensar qué es la riqueza para cada uno de nosotros. ¿Basta con tener bienes y poseer las cosas que siempre soñamos para ser felices?
El estadista y científico estadounidense Benjamin Franklin dijo alguna vez: “El camino hacia la riqueza depende fundamentalmente de dos palabras: trabajo y ahorro”.
Les propongo hacerse la siguiente pregunta, ¿qué nos imaginamos cuando pensamos en ser ricos? Hace poco leí un artículo en el que decía que cuando la gente se plantea este interrogante, en lo que en realidad está pensando es en la sensación de tener aquellas cosas que cree que el dinero puede comprar. Y sin embargo, muchos “buscadores de riqueza” se sienten decepcionados una vez que tienen la casa grande, el auto de lujo, y muchos de los bienes que se asocian con ese status.
Y es que la mayoría de la gente piensa que la felicidad siempre es algo que se supone que vendrá automáticamente, una vez que uno obtenga la riqueza. Y sin embargo, esto no es necesariamente cierto.
Desde IG, siempre hablamos de maneras de hacerse rico y cómo desarrollar buenos negocios, pero rara vez enfatizamos que la persecución de esas cosas puede estar directamente vinculado a la felicidad. Alcanzar las dos cosas: la riqueza y la felicidad es algo que cualquier “inversor” debería interesarle, más allá del estado en que se encuentre en la carrera por ser rico.
Por lo general, las personas que intentan amasar su propia fortuna tienden a asociar la riqueza con un alivio del estrés: poder evitar la presión de todas las cuentas que hay que pagar y que apenas pueden solventar. Con el tiempo y una vez que se acumula algo de dinero para cubrir esos gastos, la riqueza tiene más que ver con la adquisición de cosas: los símbolos de la riqueza: la casa, el auto, etc. De algún modo, el concepto de “riqueza” cambia a lo largo de nuestra vida.
Pero la experiencia o la sensación de serlo, es algo que podemos empezar a disfrutar desde ahora. Hay dos conceptos que por lo general, quienes no hemos sido ricos desde nuestra infancia, asociemos con la riqueza: la tranquilidad y la seguridad. Para muchas gente, estas sensaciones posiblemente estén ligadas a la experiencia de su infancia, época en la que quizás el dinero no abundaba y primaban las sensaciones opuestas: la ansiedad y le miedo.
Ahora bien, con el tiempo uno puede ir satisfaciendo esas sensaciones. La tranquilidad puede darla el hecho de bajar un cambio y no volverlos locos de estrés a la hora de lograr nuestros objetivos. Por otra parte, para obtener la sensación de seguridad basta con no gastar más de las posibilidades reales que tenemos. A veces, no necesitamos “poseer” las cosas para disfrutarlas. Tal vez uno no pueda darse el lujo de pasar la noche en el Hotel Alvear, pero si se puede ir al exquisito bistró de la terraza y saborear una buena copa de vino, en compañía de alguien que uno aprecia.